Moratalla

En lo más arduo del verano, los campos de lavandín, salvia, espliego y orégano tiñen de malva las tierras altas del noroeste de la Región de Murcia, estamos en Moratalla.

Lejos del calor y bullicio de la costa, las frescas y montaraces sierras moratalleras ofrecen al visitante un estallido de fragancia y floración entre las altas cumbres que rodean los cultivos de aromáticas.  El espliego, nuestro protagonista, localiza aquí la totalidad de su producción mundial. Es una planta de esencia fuerte, antigua, que despertará en ti sentimientos tan ancestrales como el origen de su uso y cultivo.

Sus raíces, son las nuestras, su savia, nuestras gentes, y sus tallos y flores, todo lo que Moratalla, el Campo de Béjar, el Campo de San Juan, Sabinar, Calar de la Santa, Zaén y Benizar ofrecen a un visitante ávido de vivir como protagonista, una experiencia tan sensitiva que dejará un indeleble recuerdo plasmado en su alma, en tu alma, te enamorarás para siempre de estos campos, su historia y sus gentes.

Ven… A ver en directo cómo se destila su esencia, siente en el rostro el calor que desprenden las calderas de cocción tradicional, sumérgete en el aire cargado de aceites esenciales, experimenta cómo te inunda la paz. Descubre pequeños rincones llenos de belleza y fragancia, en los que la tradición se convierte en espectáculo para los sentidos. Pero no todo es belleza… Para extraer la preciada esencia, las gentes de nuestras tierras altas trabajan duramente, de forma artesanal, pagando con sudor el aceite esencial que las plantas entregan ante tan denodado esfuerzo.  Una ancestral alquimia, fuego, sudor, agua, que transforma las bellas aromáticas en delicada esencia.

Ven… Y disfruta ese paréntesis en el que vivir íntimamente lo que ves y respiras. Recoge en fotos lo que el corazón te inspire. Arte y ensayo entre el perfume que inconscientemente inhalas, así comienza la seducción.

Y completando tu experiencia, unos atardeceres de película y la complicidad de la noche, de la luna, que debe esconderse en los cielos moratalleros libres de contaminación lumínica. Presta a su cita contigo la Vía Láctea, ese pedacito de nuestra galaxia que vemos desde nuestro sistema solar. Asomado al oscuro balcón que la noche nos ofrece, allí estarás tú y ellas también, espléndidas plantas de lavandín con sus flores desprendiendo efluvios, que parecen escapar hacia el estrellado cielo. Bajo el efecto de la luz crepuscular parecen más grandes, frondosas y… nosotros más pequeños. Enamórate de lo que ves, enamórate de las líneas malvas infinitas que el horizonte engulle, sigue el rastro del perfume del más apreciado elixir que se extrae de estas plantas mágicas, enamórate de la experiencia invisible de la esencia pura en destilación.